domingo, 21 de agosto de 2016

Acontecimientos políticos en España y Nicaragua

Acontecimientos políticos en España y Nicaragua
Contenidos:
Periodo de la Posguerra nacional.
Formación de advenimiento del liberalismo.
La Generación del 98 El nuevo Siglo.
Objetivo:
Dominar los diferentes acontecimientos políticos que sucedieron en Nicaragua y España.
POSGUERRA NACIONAL EN NICARAGUA
El 4 de mayo de 1854 estalló la llamada guerra civil liderada por los leoneses Máximo Jerez y Francisco Castellón, personas de prestigio en la oposición, con la ayuda del Gobierno de don José de Trinidad Cabañas de Honduras quien también resentía que al llamar a Nicaragua «República» en la nueva Constitución, se daba un tiro mortal al espíritu centro-americanista.
Los liberales obtuvieron control de Chinandega, León, Managua, Masaya y Rivas y tenían sitiada a Granada.
León nombra Director provisorio del Estado a don Francisco Castellón el 11 de junio 1854. Castellón informó a los Gobiernos de Centro América e Hispano América que su gobierno «ha sido proclamado por los pueblos y por el Ejército en uso del derecho de insurrección», pero sólo Honduras le dio su reconocimiento.
Los legitimistas (conservadores) se organizan y contra atacan, el curso de la guerra comenzó a inclinarse poco a poco a su favor, y cuando sus fuerzas estaban ya en Managua listas a iniciar el ataque a León, apareció el «cólera morbo» que vino a diezmar tanto a los ejércitos como a las poblaciones.
El 12 de marzo de 1855, el presidente Chamorro falleció de muerte natural (dolencia renal) y la Asamblea autorizó al Presidente interino don José María Estrada, continuar en el ejercicio del cargo.
Castellón contrata a William Walker- Castellón encargó al norteamericano Byron Cole, que le consiguiera mercenarios de Estados Unidos que vinieran a luchar en el bando liberal (democrático) contra los conservadores (legitimistas).
Byron Cole presentó esta oferta mercenaria a William Walker quien no la aceptó presumiblemente para no violar la ley de neutralidad de Estados Unidos, pero propuso modificarla convirtiéndola en «concesión de colonización» presumiblemente también porque esto le facilitaría realizar su sueño de implantar un Imperio Sureño en el Caribe. El contrato fue firmado por Castellón el 28 de diciembre de 1854.
La Guerra Nacional de Nicaragua, o Guerra Nacional Centroamericana, ocurrió entre los años 1856 y 1857. El conflicto fue el resultado de una guerra civil que involucró a los bandos legitimistas y democráticos en el territorio nicaragüense desde 1854, que terminó en la toma del poder por parte del filibustero William Walker. La conflagración provocó la unión de contingentes militares de las repúblicas centroamericanas que acabaron expulsando a las tropas filibusteras.

POSGUERRA NACIONAL EN ESPAÑA
La crisis de fin de siglo abarcó en España lo social, lo ideológico, y lo artístico. Esta crisis es reflejo, por un lado, de los acontecimientos y problemas de toda Europa. Por otro lado, muestra similitud con la historia cultural de Hispanoamérica. En cuanto al reflejo de la crisis europea, el fracaso histórico del 98 España está relacionado con la pugna colonial que enfrentó a los imperios envejecidos con las jóvenes potencias: Portugal humillada por Inglaterra (1890); Rusia, por Japón (1905), y España por Estados Unidos (1898). Igual repercusión tendrán algunos escándalos coloniales como el sonado caso Dreiffus (1898) en Francia.
Hablando de España, precisamente, una de las más duras crisis para este país fue el «desastre del 98». Ciertamente el apelativo le viene como anillo al dedo, pues esta fue una época en la que España tuvo que decir adiós a las últimas y escasas colonias que todavía le quedaban en las Américas. Con todo, y aunque es cierto que los territorios fueron defendidos hasta la extenuación por los soldados españoles, lo cierto es que dicha época fue absolutamente caótica en todos los sentidos y significó la pérdida de un Imperio que había comenzado a fraguarse con la llegada de los conquistadores a sudamérica a partir del SXVI.
Durante el último cuarto del siglo XIX España cae postrada ante el Imperio Yanki, después de una prolongada guerra independentista, Cuba, Puerto Rico y Filipinas –las últimas colonias españolas de ultramar- se acogen a la protección de los EE.UU, cuyo poderoso ejército destrozará a  española escuadra en Santiago de Cuba y Cavite. Esta acción bélica se conoce con el nombre de “Desastre del 98”.
La consecuencia principal de tal desastre será un profundo trauma en la sociedad española que se manifestará como sentimiento de humillación y vergüenza, pero al mismo tiempo iniciará un proceso de reformulación ideológica, o sea despertará la necesidad de revitalizar el espíritu español. En tanto, en el ámbito espiritual, la crisis tendrá un aspecto positivo: el inicio de un vigoroso movimiento intelectual y literario.
Un rasgo clave de este periodo será la creciente e inevitable europeización de la vida social e intelectual. Al igual que Hispanoamérica, España se incorporará al capitalismo mundial y a la moderna sociedad burguesa en el momento en que las grandes potencias europeas atraviesan por su segunda revolución industrial y expanden el mercado y su cultura. Inevitablemente, los escritores españoles se verán influidos por las mismas corrientes literarias que los modernistas hispanoamericanos y serán arrastrados por la vigorosa renovación de las letras castellanas encabezadas por Rubén Darío.
Las últimas colonias o «territorios de ultramar» que atesoraba España a finales del S XIX y que perdió eran: Cuba, Puerto Rico, Filipinas, las islas Carolinas, las islas Marianas, Guam y Palaos. Como puede apreciarse, por esta época quedaba ya poco de aquel extenso imperio español del que, en su día, se dijo que «nunca se ponía el sol».
Antes de la guerra contra EE.UU sucedió una revuelta reseñable en Cuba, donde en 1895, el Partido Revolucionario Cubano llamó a la revuelta contra los españoles. Esa fue considerada como la «Tercera guerra de Cuba». «La contienda tenía un fuerte contenido revolucionario por parte de los insurrectos, en gran medida campesinos impulsados por el Partido Revolucionario Cubano», afirma José Maroto Fernández en su manual «Historia de España».
La contienda tenía un fuerte contenido revolucionario por parte de los insurrectos, en gran medida campesinos impulsados por el Partido Revolucionario Cubano», afirma José Maroto Fernández en su manual «Historia de España». El líder máximo fue José Martí, quien murió al poco de iniciarse las hostilidades.
                           
Estados Unidos declaró la guerra a España después de que el acorazado norteamericano «Maine» (trasportado a la bahía de la Habana para proteger a los residentes estadounidenses en Cuba) explotara en extrañas circunstancias.
Los seguidores del «tío Sam» acusaron a España de haberlo hundido mientras que, por su parte, desde estas tierras afirmamos que todo había sido un montaje para iniciar las hostilidades contra las colonias hispanas y, a la postre, conseguir su control.

En cambio en Filipinas, los norteamericanos se presentaron ante el país como unos salvadores que iban a librarles del yugo español. No obstante, cuando se materializó la expulsión de los últimos soldados hispanos del territorio, Estados Unidos comenzó la toma del territorio por la fuerza, faltando –por lo tanto- a su palabra. Finalmente, tras varios años de contienda, EE.UU. logró derrotar y colonizar a Filipinas.

Las unidades españolas se nutrían con soldados de reemplazo sin apenas formación provenientes de España. La selección se hacía por el sistema de «cuotas» mediante el cual los jóvenes llamados a filas (o quintas) podían evitar ser reclutados pagando una sustanciosa cantidad de dinero en concepto de redención. Este sistema provocó varias revueltas sociales, pues las clases más humildes –que no podían costearse pagar esa cantidad- afirmaban que el sistema estaba «amañado» para que únicamente acudieran al frente los hijos de las familias más pobres.
ADVENIMIENTO DEL LIBERALISMO
El mundo después de la Revolución Francesa dio a los liberales una oportunidad para reformar las estructuras básicas de la sociedad en el siglo XIX.
Lentamente pero a paso seguro, las ideas democráticas se extendieron. El poder parlamentario en Gran Bretaña creció, Francia estableció una república duradera en la década de 1870 y una guerra en Estados Unidos aseguró la supervivencia de esa nación y señaló el fin de la esclavitud.
Mientras tanto, una extraña variedad de sentimientos liberales y nacionalistas aparecieron en Italia y Alemania. Tales países se convirtieron en naciones a finales del siglo XIX.
La agitación liberal en América Latina alcanzó su punto álgido cuando la región fue gradualmente integrada en los patrones políticos y sociales comunes del mundo moderno.
En la década de 1880, América latina experimentó cambios fundamenta­les en su vida política, social y cultural. Si bien, de los países de raíz hispa­na sólo Puerto Rico y Cuba seguían bajo la hegemonía de España, los de­más, ya liberados de los viejos lazos, atravesaban procesos que modificaron notablemente su fisonomía.
Los liberales después de la Revolución quisieron desarrollar un mundo libre de la intervención gubernamental, o al menos libre de demasiada intervención gubernamental.
Apoyaron el ideal de libertad negativa, el cual consiste en la ausencia de coerción y la ausencia de coacción externas. Creían que los gobiernos eran cargas pesadas y querían que se mantuvieran fuera de las vidas de los individuos.
Los liberales presionaron a la vez para la expasión de los derechos civiles y de los mercados libres así como el libre comercio como parte de la Revolución Industrial.
Tanto en las sociedades sudamericanas como en las de Cen­troamérica, las últimas décadas del siglo XIX se caracterizaron por una oposición marcada de ideas entre conservadores y liberales.
En este período, las naciones europeas -so­bre todo, Inglaterra- hicieron en América lati­na grandes inversiones. La más importante es­tuvo representada por el tendido de la red de ferrocarriles y su puesta en funcionamiento.
También, hubo poderosos capitales que se apropiaron de las explotaciones mineras, en países de grandes reservas, como México, Perú y Chile.
Los países latinoamericanos quedaron sujetos a las decisiones de otras naciones. Y, aunque algunos sectores intentaron prote­ger la economía local y su desarrollo autónomo (con aranceles a la entrada de productos extranjeros, para privilegiar los propios), el liberalismo econó­mico permaneció firme en esta última parte del siglo XIX.
Este panorama económico provocó grandes variaciones en la com­posición de las sociedades. Las clases altas se modernizaron y los te­rratenientes abandonaron la dedicación exclusiva a sus haciendas, para consagrarse también al comercio. Nació así una nueva sociedad burguesa relacionada directamente con los mercados europeos.
Mu­chas de las grandes ciudades actuales consolidaron su poder entre fines del siglo XIX y principios del XX, como resultado de la política liberal.
Los escritores que surgieron durante este período y que se identifi­caron como modernistas fueron también "modernos", en el sentido de haber celebrado este nuevo modo de vida, de haberse percatado de esa transición -de una sociedad colonial a otra liberal- y de intentar, en consecuencia, la búsqueda de la renovación y de la originalidad en las formas de expresión.
El Modernismo compartió con él su carácter revolucionario en su intención de renovar el idioma y en sus protestas por cues­tiones políticas, sociales, religiosas e, incluso, morales.
LA GENERACIÓN DEL 98 EL NUEVO SIGLO
La generación del 98 es el nombre con el que se ha reunido tradicionalmente a un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y las Filipinas en 1898. Todos los autores y grandes poetas englobados en esta generación nacen entre 1864 y 1876.
Formado inicialmente por el llamado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu), entre los integrantes más significativos de este grupo podemos citar a Ángel Ganivet, Miguel de Unamuno, Enrique de Mesa, Ramiro de Maeztu, Azorín, Antonio Machado, los hermanos Pío y Ricardo Baroja, Ramón María del Valle-Inclán y el filólogo Ramón Menéndez Pidal. Algunos incluyen también a Vicente Blasco Ibáñez, que por su estética puede considerarse más bien un escritor del Naturalismo, y también al dramaturgo Jacinto Benavente.
La Generación del 98 y el Modernismo son dos movimientos literarios estrechamente vinculados: la insatisfacción con el estado de la literatura en aquella época y la tendencia a rebelarse contra las estéticas imperantes.
Sin embargo, hay otro factor que difiere a la Generación del 98 “Aspiraba a conmover hasta sus cimientos la conciencia nacional, llegando hasta las mismas raíces de la vida espiritual”, en busca de “la verdad de España”.
La literatura: cada época literaria ha tenido sus modelos; los autores de la Generación del 98 sienten especial debilidad por Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique, Cervantes y Quevedo. Admiran a Larra y a los ilustrados porque ya habían sufrido y analizado estos problemas.
La historia: en ésta es donde buscan estos escritores la esencia de España, los valores de la patria y la raíz de los problemas presentes.
El paisaje: ven en el austero paisaje castellano el reflejo del alma y la esencia que buscan. Recorren la meseta de Castilla describiendo minuciosamente la pobreza de sus pueblos, la sencillez de sus gentes y lo extremado de su clima. Esperan captar, a través de este paisaje, el alma de España.
Los jóvenes poetas e intelectuales españoles frente a la renovación modernista comparten el sentimiento antiburgués, el rechazo a la literatura inmediatamente anterior y la búsqueda de nuevas formas de expresión, pero reaccionan de formas diferentes. Ramón del Valle, Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez y Salvador Rueda se inclinan en sus inicios por un “esteticismo” aparentemente despreocupado de todo compromiso social. Azorín (Francisco Ruiz), Miguel de Unamuno, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu, cultivan una literatura más explícitamente preocupada por los problemas de España. A estos últimos, se les reconoce como los más representativos de la “Generación del 98”, porque asumieron el compromiso de revitalizar el espíritu español, deprimidos por la derrota militar sufrida frente a EE:UU.
Contenidos:
El Modernismo.
La Primera guerra mundial.
Objetivo:
Analizar el contexto sociocultural en que surge el Modernismo, así como sus características y temáticas.

EL MODERNISMO
Con el término Modernismo se designa un movimiento literario fundamentalmente hispano que se inicia a finales del siglo XIX y se prolonga hasta la 1ª década del siglo XX (se considera extinguido hacia 1915). Es un movimiento de renovación estética en el que van a influir dos corrientes poéticas francesas del siglo XIX: el Parnasianismo (defiende el culto a la perfección formal, “el arte por el arte”) y el Simbolismo (caracterizado por la sugerencia y la búsqueda de efectos rítmicos).
El Modernismo nace en Hispanoamérica. Se encuentra la presencia de la nueva estética en la prosa juvenil del cubano José Martí, que puede ser considerado como el precursor. Pero es el nicaragüense Rubén Darío el líder y la figura más representativa del movimiento. En Darío la influencia francesa convive con un profundo conocimiento de la tradición española, desde Berceo hasta Bécquer; su poesía integra influencias que podrían parecer incompatibles pero para él el arte es una “armonía de caprichos”. Su trayectoria representa la de todo el movimiento: existe un primer período de gran plasticidad y sonoridad y de temas refinados y evasivos (su primera obra, Azul (1888) marca también el inicio de esta corriente); luego vendría Prosas Profanas (1896) que supone la culminación de ese Modernismo exuberante y donde introduce temas españoles; su última obra, Cantos de vida y esperanza (1905) lo sitúa en la línea de un Modernismo más intimista y meditativo.
En cuanto al Modernismo en España, Manuel Reina, Salvador Rueda y Ricardo Gil pueden ser considerados como precursores de esta nueva sensibilidad, aunque se suele proponer como fecha de inicio 1902 (2º viaje de Rubén Darío a España). Los modernistas españoles más destacados son Francisco Villaespesa y Manuel Machado. También cultivaron esta tendencia, en sus inicios poéticos, Antonio Machado (Soledades) y Juan Ramón Jiménez (etapa sensitiva: Almas de violeta, Ninfeas, La soledad sonora,…) El Modernismo español se caracterizó por una menor brillantez externa –menos alardes formales- y un mayor predominio del intimismo.
Gutiérrez (xv), explica que el Modernismo suele ser considerado como u n movimiento literario que surgió súbitamente en Iberoamérica y que fue llevado a España por Rubén Darío. Es ya un hábito subrayar que el Modernismo iniciado por Darío fue un movimiento extraño en el mundo de lengua española, no solamente por su influencia francesa, sino porque no cantó la realidad americana ni se interesó por sus problemas políticos y sociales. Y, al subrayar la influencia francesa que Juan Valera llamó «galicismo mental » de Darío, se lo contrapone a un movimiento español contemporáneo, la famosa Generación del 98, que se caracteriza precisamente por su preocupación de España y por su crítica a la realidad social española. El Modernismo iberoamericano y la literatura española contemporánea son el producto de las transformaciones sociales en el mundo de lengua española.

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Primera Guerra Mundial (1914 – 1919) fue un conflicto bélico global centrado en Europa que comenzó en el verano de 1914. La lucha terminó a finales del año 1918. Este conflicto involucró a todas las grandes potencias del mundo, se reunieron en dos alianzas opuestas: los Aliados (en torno a la Triple Entente) y los Imperios Centrales.
Antecedentes de la Primera Guerra Mundial
Desde el 1871 hasta el 1914 Europa vivió lo que se ha dado en llamar la “Paz Armada”, que fue en extremo beneficiosa para el desarrollo económico, cultural y científico de las naciones industriales europeas. Sin embargo, entre las grandes potencias existía mucho recelo, lo que les inducia a armarse constantemente. De allí el nombre que se le ha dado a este periodo.
Causas de la Primera Guerra Mundial
1. Tensiones entre las potencias: los principales antagonismos internacionales eran los siguientes:
Entre Alemania y Francia por la rivalidad que dejo la Guerra Franco-Prusiana.
Entre Rusia y Austria por la hegemonía en la península de los Balcanes.
Entre Inglaterra y Alemania por la competencia comercial y colonial.
Las fricciones políticas entre Inglaterra, Francia y Rusia, a causa de la respectiva expansión colonial, fueron también intensas, pero fueron dejadas de lado para dar paso a la configuración de alianzas internacionales.
Aparte de las fuertes rivalidades coloniales, las potencias industriales se enfrentaron en el plano netamente económico. Lucharon entre sí por conseguir mercados para sus productos y retenerlos por conquista.
2. Alianzas Militares y Políticas
Para asegurar los resultados de su victoria sobre Francia, el canciller alemán Otto Von Bismarck concibió un sistema de alianzas, basado en la estrecha colaboración entre Alemania y el imperio austriaco. A esta alianza se unió Italia, enemistada con Francia por la cuestión de Túnez, y así apareció la denominada Triple Alianza.
Por su parte, Francia busco aliados que apoyaran sus deseos de desquite. Como Rusia era adversaria de Austria en los Balcanes, se firmó la alianza franco-rusa, a la que luego se unió Inglaterra al darse cuenta del enorme poder que estaba acumulando Alemania. De esta manera nació la Triple Entente o Entente Cordiale.
3. La Crisis Marroquí y los Balcanes (1905 – 1911)
Los dos bloques antagónicos practicaron una política de agresión indirecta; este hecho aumentó las posibilidades de que estallara una guerra. La primera ocurrió con motivo del establecimiento del protectorado francés en Marruecos, a lo que se opuso Alemania. La segunda causa de la guerra que estallo en los Balcanes, primero entre Turquía, de una parte, y Grecia, Bulgaria y Serbia unidas de otra, y luego, derrotada Turquía, entre los vencedores para repartirse el botín (1911 – 1913).
Esta guerra que desencadenó fue total: por primera vez en la historia, inmensas cantidades de hombres se enfrentaron a lo ancho del planeta por tierra, aire y mar. Si bien el centro de la guerra fue Europa, se produjeron conflictos armados en África y Asia. Después de los grandes movimientos de 1914, el frente se estabilizó en el norte de Francia y la guerra de movimiento se convirtió en guerra de posiciones. La economía de los países europeos en guerra se transformaron en economía de guerra, en las que el conjunto de actividades económicas se subordinó a las necesidades militares.
Las consecuencias de la guerra fueron inmensas, pero la más importante fue la pérdida de vidas. Además, el mapa de Europa se rehízo, el imperio Austrohúngaro se fragmentó en cinco países, surge una nueva potencia: Estados Unidos, quien se convierte en el principal suministrador de capitales para la reconstrucción de las economías europeas devastadas.

Bibliografía
Aguilar, R. (2015). Lengua y Literatura. Managua: MINED
Aldana, L. (sf) Enciclopedia temática estudiantil. Colombia: IBALPE.
Matus, L. (2007). Nuestra Lengua. Managua: Matus Lazo Ediciones
Webgrafía
Gutiérrez, R (xv) El Modernismo y su contexto histórico-social. BOLETÍN AEPE Revista virtual Cervantes Nº 28: 91. Recuperado de http://cvc.cervantes.es/Ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/boletin_28_15_83/boletin_28_15_83_14.pdf
Primera Guerra Mundial. (2010). Recuperado de  http://www.historiacultural.com/2010/11/primera-guerra-mundial.html
Villatoro, M (14-10-2014). ¿Cuánto sabes del «desastre del 98» en España? Recuperado de http://www.abc.es/vuelta-al-cole/20141014/abci-vuelta-cole-desastre98-espana-201410131640.html

miércoles, 3 de agosto de 2016

Dimensiones y proyecciones de Darío siglo XX

En el siglo XX
Sus dimensiones
Proyecciones
Objetivo:
Analizar con sentido crítico las dimensiones y proyecciones de la obra de Darío y vigencia del pensamiento dariano en el siglo XX.
Darío autodidácta
En 1884 mediante la lectura consciente llega a dominar el francés. En suma, se forma y forja sus humanidades. Comparte vivienda con gente de pluma: como el licenciado Barrios, Jesús Hernández Somoza, Felipe Ibarra, José Dolores Espinoza, el español Manuel Riguero de Aguilar y el salvadoreño Félix Medina, esto es, la plana mayor de El Ferrocarril, La Gaceta y El Porvenir de Nicaragua.
Rubén Darío, por otro lado, frecuenta a los ingenieros franceses —Blanchard, Ronfaut, Putzeys— de la Escuela de Artes y Oficios, recién fundada en Managua por el presidente Cárdenas. Durante esas visitas es donde queda extasiado, escucha de ellos —tiene diecisiete años— las narraciones de la vida parisiense y el adelanto de la Ciudad Luz en artes y ciencias.
Tiempo después, es llamado por Pedro Ortiz (1859-1892), para trabajar en la Presidencia de la República. Mediante este nuevo cargo le permite irse dando a conocer a nivel nacional y extranjero.
Las dimensiones y proyecciones de la obra de Darío
Estando en la presidencia reúne libros nacionales para remitirlos al escritor Ricardo Palma, director de la Biblioteca Nacional del Perú, que los había solicitado.
En 1885 ante las pretensiones unionistas del presidente de Guatemala, Justo Rufino Barrios, los otros gobiernos centroamericanos se le oponen, incluyendo Costa Rica. Darío aporta al país un “Himno de Guerra”, cuyo “coro de ancianos” es memorable: Ruda suena la trompa guerrera; / cada libre, que sea un león: / Nicaragua señala altanera / ese blanco y azul pabellón.
En abril de 1885 firma un ensayo que envía a la Revista Latino-americana de México, dirigida por el doctor Francisco de la Fuente Ruiz, sobre la producción intelectual de Centroamérica.


En mayo asiste al banquete que le ofrece el presidente Cárdenas al recién llegado ministro de El Salvador general Juan J. Cañas (1826- 1918); al siguiente mes ingresa como redactor de El Porvenir de Nicaragua, ahora dirigido por Hernández Somoza y firma sus crónicas y gacetillas con el pseudónimo Ursus.
Vigencia del pensamiento dariano en el siglo XXI
Gracias  a Rubén, se emitió en Nicaragua la primera ley que autorizaba el divorcio, a finales del siglo XIX.
La difusión que han alcanzado sus cuentos y poemas no conoce límites, y mu­chos de sus versos se han convertido en himnos, frases y lugares comunes cuya invocación, celebra la fama del poeta. 
Secretos darianos
Rubén le dedicaba este poema a Rosario Emelina Murillo, reiterándole y haciendo público la ardiente pasión amorosa que ella le inspiraba:
Amada, espera espera.
Florecerá la luz en los altares,
y al llegar la amorosa Primavera
te hallará coronada de azahares.
Eres buena, eres casta,
y Dios belleza y gracia darte quiso,
para hacer de un hogar un paraíso
¡Oh, mi gloria y mi luz! Con eso basta.

El 25 de junio en la publicación La Gaceta (Siglo XX, 1892), en su sección editorial, en términos elogiosos se publicó: Rubén Darío —el autor de Azul… es un poeta de vasto talento, de variadísima instrucción y cuyo nombre se recomienda por sí solo.

El 26 de diciembre de 1893 Rosario dio a luz un niño: Darío Darío; pero falleció casi inmediatamente. Murió de tétanos, porque la mamá de Murillo le cortó el cordón umbilical con unas tijeras que no estaban desinfectadas.

El 11 de febrero El Siglo XX anuncia que los comerciantes importadores José Mejía Bárcenas y Antonio Marenco, establecidos en Managua, venden a dos pesos la segunda edición de Azul…

El joven poeta José T. Olivares logra departir con Rubén en casa de su anfitrión, donde le pide su opinión sobre Emilio Bobadilla, o Fray Candil, que mucho lo ha atacado, Rubén, le contesta que es porque nunca lo ha citado. Olivares le sigue preguntando, esta vez por el venezolano Rufino Blanco Bombona. Ese no puede quererme porque estamos en planos distintos —aclara Rubén—. Él es asesino y yo no lo soy, y cree que la poesía se maneja con machete, como la gobernación de Táchira.

El 24 de enero de 1908 se incorpora ese día, en el grado de aprendiz, a la hermandad de los señores de la escuadra y el compás, es decir, a la masonería. La ceremonia se realiza conforme al rito escocés más antiguo y aceptado, siguiendo el tradicional ágape, Rubén les cuenta a sus nuevos hermanos de fenómenos que en él han tenido lugar, de los sueños que ha experimentado y sobre los cuales ha escrito, y de los versos que le han surgido en pleno estado onírico. Padrinos suyos fueron en dicha ceremonia Manuel Maldonado y el español Dionisio Martínez Sanz.

Últimos días agónicos de Darío

POR la excelente crónica testimonial de Francisco Huezo (1862-1934), es posible reconstruir los últimos días del nicaragüense universal en Managua, después de haber padecido una pulmonía doble en Nueva York e ingresado en el French Hospital, y de de una prolongada —y no muy saludable— estadía en Guatemala, adonde había ido a traerlo su esposa Rosario Murillo.

Darío —sostienen los médicos— viene enfermo de cirrosis del hígado. Se le ve pálido, exangüe, con el aspecto de un hombre de sesenta años —tiene 49 no cumplidos— y el abdomen abultado, hinchado. Su mirada es dormida y uno de sus gruesos párpados se le cae.
A continuación, Rubén, le dijo a Huezo: —Tengo no sé qué grave complicación. Cosas del estómago, del hígado, qué sé yo.
—¿Y los médicos qué dicen, le preguntó Huezo? —¿Los médicos…? Yo no creo en los médicos. Han dicho tantas cosas desde Nueva York en donde recibí el golpe mortal, el hachazo, digamos.

El 19 de diciembre de 1915 Rubén ha pasado mala noche. Ansiedad, retorcijones, náuseas, hemorragia intestinal.

El 21, Huezo llega a la casa donde es alojado Rubén. El alma se le llena de pesadumbre. El vate parece un león vencido, un águila a quien el dolor le quiebra las alas.

Huezo se aproxima y le saluda. Rubén tiene 39 grados. Con frecuencia le atacan las náuseas. Huezo le indica la necesidad de una intervención médica más activa. Él oye sus palabras con interés. Medita largo tiempo. —Tal vez sería bueno llamar a Debayle, a León —sugiere, vacilante.

Darío, le expresa a Huezo: _Las cosas que me suceden son consecuencias naturales del alcohol y sus abusos; también de los placeres sin medida. He sido un atormentado, un amargado de las horas. He conocido los alcoholes  todos: desde los de la India y los de Europa, hasta los americanos  los rudos y ásperos de Nicaragua, todo dolor, todo veneno, todo muerte. Mi fantasía, a veces, hace crisis, sufre la epilepsia que produce ese veneno, del cual estoy saturado. Me siento entonces agresivo, feroz, con instinto de destruir, de matar. Así me explico los grandes asesinatos cometidos por el licor.

—Yo he corrido mucho. Mejor dicho, me han dejado correr, y no he fundado hogar. Hoy, al cabo de veintidós años de ausencia, me reúno con mi esposa; ¿qué le traigo? Nada. Soy un tronco viejo, arruinado, un hombre en cenizas.
Viví en Europa con una mujer, más de dieciséis años, una española. Tengo un hijo con ella y con el nombre Rubén Darío Sánchez, de edad de ocho años. Es de imaginación vivaracha, y me escribe, me preocupa su educación.
Ella, la madre, es una mujer rústica, a quien he procurado modelar. No sabía leer —empezando por eso— y yo le enseñado lo que sabe. Es un alma campesina, laboriosa y de tesón. He sido, digamos, el domador de esa naturaleza bravía.

Abatido, el poeta le habla de la necesidad de hacer su testamento. Se muestra sereno y, cosa extraña, no le asusta la muerte.

—Quiero disponer de mis cosas. El gobierno de mi patria me debe como nueve mil dólares de mis honorarios como Ministro en España. No dudo que me los mandara a pagar el presidente don Adolfo Díaz.
En Nueva York me dio cartas muy especiales don Pedro Rafael Cuadra, agente financiero de Nicaragua, recomendando ese pago. Quiero disponer de ese dinero, de los contratos de mis obras con los editores y de mi arreglo con La Nación de Buenos Aires, a la cual no he escrito ni una sola línea, desde hace más de un año, muy a mi pesar. En ella colaboro hace más de veinte y, según sus estatutos, tengo derecho a mi jubilación.

Rubén continúa su reflexión: —Pero yo, te digo con sinceridad, creo que he venido a Nicaragua sólo a morir. No le tengo miedo a la muerte. ¡Y no me importa que venga! En ocasiones he gozado tanto como tal vez no lo han logrado los millonarios de la tierra. He comido como príncipe, he vestido con mucho lujo, he tenido historias en el mundo de las supremas elegancias. Me he relacionado con los más altos personajes. He sentido con frecuencia el aletazo de la gloria. He derrochado dinero, que gané en abundancia. ¿Qué me queda por desear? Nada ¡Que venga la muerte!

El 26 de diciembre de 1915, Rubén manifiesta su afinidad con el ocultismo que ha tentado su curiosidad a lo largo de su vida. Ha leído desde Allan Kardec hasta Ana Besant. Feligrés de esas capillas, confiesa:
—Yo he sido eso. Yo he creído. He estudiado, he visto mucho, en París, en Italia. Suceden cosas sorprendentes, inexplicables hechos; extraordinaria, como cábalas de misterio.

Es de tarde y Huezo acaba de verlo. Lo encuentra conversador, y con buen apetito. Desea comer pasteles.
—Pero tu enfermedad, los médicos… —Al diablo con la enfermedad del diablo y al diablo con los médicos. Quiero pastelillos. ¿Ya están los pasteles? ¡Tráiganme los pasteles!

El 2 de enero, 1916. Huezo ha visitado el día anterior, por la noche, a Rubén y lo encuentra con el corazón abierto a la alegría. Rubén, le habla de sus santos literarios: San Alfonso X, los dos Luises, San Lope, San Calderón de la Barca, San Cervantes, San Quevedo, San Luis de Alarcón; y el prócer, el maestro precursor, San Luis de Góngora y Argote, todos en sus altares, en sus nichos gloriosos, poderosos.

Le habla también de dos notabilidades italianas: D’Anunnzio y Edmundo D’Amicis: dos altas energías, dos grandes orgullos.

Se refiere brevemente a los poetas franceses y españoles, a los hispanoamericanos. Alude a Gómez Carrillo, forjador de arabescos, al mexicano Nervo, al venezolano [Rufino] Blanco Fombona.

Se refiere después a los poetas nicaragüenses.
—Hay muchos mediocres —dice—. Pero otros tienen esencia firme y cita a Lino Argüello, Pallais y Olivares.

Bibliografía


Arellano, J. (2011). Rubén Darío en Managua. Managua: EDITRONIC, S.A.

lunes, 1 de agosto de 2016

Rubén Darío y su tiempo

Periodo de la Posguerra nacional.
Formación de advenimiento del liberalismo.
La Generación del 98 El nuevo Siglo.
Objetivo:
Dominar los diferentes acontecimientos políticos que sucedieron en Nicaragua y España.
POSGUERRA NACIONAL EN NICARAGUA
El 4 de mayo de 1854 estalló la llamada guerra civil liderada por los leoneses Máximo Jerez y Francisco Castellón, personas de prestigio en la oposición, con la ayuda del Gobierno de don José de Trinidad Cabañas de Honduras quien también resentía que al llamar a Nicaragua «República» en la nueva Constitución, se daba un tiro mortal al espíritu centro-americanista.
Los liberales obtuvieron control de Chinandega, León, Managua, Masaya y Rivas y tenían sitiada a Granada.
León nombra Director provisorio del Estado a don Francisco Castellón el 11 de junio 1854. Castellón informó a los Gobiernos de Centro América e Hispano América que su gobierno «ha sido proclamado por los pueblos y por el Ejército en uso del derecho de insurrección», pero sólo Honduras le dio su reconocimiento.
Los legitimistas (conservadores) se organizan y contra atacan, el curso de la guerra comenzó a inclinarse poco a poco a su favor, y cuando sus fuerzas estaban ya en Managua listas a iniciar el ataque a León, apareció el «cólera morbo» que vino a diezmar tanto a los ejércitos como a las poblaciones.
El 12 de marzo de 1855, el presidente Chamorro falleció de muerte natural (dolencia renal) y la Asamblea autorizó al Presidente interino don José María Estrada, continuar en el ejercicio del cargo.
Castellón contrata a William Walker- Castellón encargó al norteamericano Byron Cole, que le consiguiera mercenarios de Estados Unidos que vinieran a luchar en el bando liberal (democrático) contra los conservadores (legitimistas).
Byron Cole presentó esta oferta mercenaria a William Walker quien no la aceptó presumiblemente para no violar la ley de neutralidad de Estados Unidos, pero propuso modificarla convirtiéndola en «concesión de colonización» presumiblemente también porque esto le facilitaría realizar su sueño de implantar un Imperio Sureño en el Caribe. El contrato fue firmado por Castellón el 28 de diciembre de 1854.
La Guerra Nacional de Nicaragua, o Guerra Nacional Centroamericana, ocurrió entre los años 1856 y 1857. El conflicto fue el resultado de una guerra civil que involucró a los bandos legitimistas y democráticos en el territorio nicaragüense desde 1854, que terminó en la toma del poder por parte del filibustero William Walker. La conflagración provocó la unión de contingentes militares de las repúblicas centroamericanas que acabaron expulsando a las tropas filibusteras.

POSGUERRA NACIONAL EN ESPAÑA
La crisis de fin de siglo abarcó en España lo social, lo ideológico, y lo artístico. Esta crisis es reflejo, por un lado, de los acontecimientos y problemas de toda Europa. Por otro lado, muestra similitud con la historia cultural de Hispanoamérica. En cuanto al reflejo de la crisis europea, el fracaso histórico del 98 España está relacionado con la pugna colonial que enfrentó a los imperios envejecidos con las jóvenes potencias: Portugal humillada por Inglaterra (1890); Rusia, por Japón (1905), y España por Estados Unidos (1898). Igual repercusión tendrán algunos escándalos coloniales como el sonado caso Dreiffus (1898) en Francia.
Hablando de España, precisamente, una de las más duras crisis para este país fue el «desastre del 98». Ciertamente el apelativo le viene como anillo al dedo, pues esta fue una época en la que España tuvo que decir adiós a las últimas y escasas colonias que todavía le quedaban en las Américas. Con todo, y aunque es cierto que los territorios fueron defendidos hasta la extenuación por los soldados españoles, lo cierto es que dicha época fue absolutamente caótica en todos los sentidos y significó la pérdida de un Imperio que había comenzado a fraguarse con la llegada de los conquistadores a sudamérica a partir del SXVI.
Durante el último cuarto del siglo XIX España cae postrada ante el Imperio Yanki, después de una prolongada guerra independentista, Cuba, Puerto Rico y Filipinas –las últimas colonias españolas de ultramar- se acogen a la protección de los EE.UU, cuyo poderoso ejército destrozará a  española escuadra en Santiago de Cuba y Cavite. Esta acción bélica se conoce con el nombre de “Desastre del 98”.
La consecuencia principal de tal desastre será un profundo trauma en la sociedad española que se manifestará como sentimiento de humillación y vergüenza, pero al mismo tiempo iniciará un proceso de reformulación ideológica, o sea despertará la necesidad de revitalizar el espíritu español. En tanto, en el ámbito espiritual, la crisis tendrá un aspecto positivo: el inicio de un vigoroso movimiento intelectual y literario.
Un rasgo clave de este periodo será la creciente e inevitable europeización de la vida social e intelectual. Al igual que Hispanoamérica, España se incorporará al capitalismo mundial y a la moderna sociedad burguesa en el momento en que las grandes potencias europeas atraviesan por su segunda revolución industrial y expanden el mercado y su cultura. Inevitablemente, los escritores españoles se verán influidos por las mismas corrientes literarias que los modernistas hispanoamericanos y serán arrastrados por la vigorosa renovación de las letras castellanas encabezadas por Rubén Darío.
Las últimas colonias o «territorios de ultramar» que atesoraba España a finales del S XIX y que perdió eran: Cuba, Puerto Rico, Filipinas, las islas Carolinas, las islas Marianas, Guam y Palaos. Como puede apreciarse, por esta época quedaba ya poco de aquel extenso imperio español del que, en su día, se dijo que «nunca se ponía el sol».
Antes de la guerra contra EE.UU sucedió una revuelta reseñable en Cuba, donde en 1895, el Partido Revolucionario Cubano llamó a la revuelta contra los españoles. Esa fue considerada como la «Tercera guerra de Cuba». «La contienda tenía un fuerte contenido revolucionario por parte de los insurrectos, en gran medida campesinos impulsados por el Partido Revolucionario Cubano», afirma José Maroto Fernández en su manual «Historia de España».
La contienda tenía un fuerte contenido revolucionario por parte de los insurrectos, en gran medida campesinos impulsados por el Partido Revolucionario Cubano», afirma José Maroto Fernández en su manual «Historia de España». El líder máximo fue José Martí, quien murió al poco de iniciarse las hostilidades.
                           
Estados Unidos declaró la guerra a España después de que el acorazado norteamericano «Maine» (trasportado a la bahía de la Habana para proteger a los residentes estadounidenses en Cuba) explotara en extrañas circunstancias.
Los seguidores del «tío Sam» acusaron a España de haberlo hundido mientras que, por su parte, desde estas tierras afirmamos que todo había sido un montaje para iniciar las hostilidades contra las colonias hispanas y, a la postre, conseguir su control.

En cambio en Filipinas, los norteamericanos se presentaron ante el país como unos salvadores que iban a librarles del yugo español. No obstante, cuando se materializó la expulsión de los últimos soldados hispanos del territorio, Estados Unidos comenzó la toma del territorio por la fuerza, faltando –por lo tanto- a su palabra. Finalmente, tras varios años de contienda, EE.UU. logró derrotar y colonizar a Filipinas.

Las unidades españolas se nutrían con soldados de reemplazo sin apenas formación provenientes de España. La selección se hacía por el sistema de «cuotas» mediante el cual los jóvenes llamados a filas (o quintas) podían evitar ser reclutados pagando una sustanciosa cantidad de dinero en concepto de redención. Este sistema provocó varias revueltas sociales, pues las clases más humildes –que no podían costearse pagar esa cantidad- afirmaban que el sistema estaba «amañado» para que únicamente acudieran al frente los hijos de las familias más pobres.
ADVENIMIENTO DEL LIBERALISMO
El mundo después de la Revolución Francesa dio a los liberales una oportunidad para reformar las estructuras básicas de la sociedad en el siglo XIX.
Lentamente pero a paso seguro, las ideas democráticas se extendieron. El poder parlamentario en Gran Bretaña creció, Francia estableció una república duradera en la década de 1870 y una guerra en Estados Unidos aseguró la supervivencia de esa nación y señaló el fin de la esclavitud.
Mientras tanto, una extraña variedad de sentimientos liberales y nacionalistas aparecieron en Italia y Alemania. Tales países se convirtieron en naciones a finales del siglo XIX.
La agitación liberal en América Latina alcanzó su punto álgido cuando la región fue gradualmente integrada en los patrones políticos y sociales comunes del mundo moderno.
En la década de 1880, América latina experimentó cambios fundamenta­les en su vida política, social y cultural. Si bien, de los países de raíz hispa­na sólo Puerto Rico y Cuba seguían bajo la hegemonía de España, los de­más, ya liberados de los viejos lazos, atravesaban procesos que modificaron notablemente su fisonomía.
Los liberales después de la Revolución quisieron desarrollar un mundo libre de la intervención gubernamental, o al menos libre de demasiada intervención gubernamental.
Apoyaron el ideal de libertad negativa, el cual consiste en la ausencia de coerción y la ausencia de coacción externas. Creían que los gobiernos eran cargas pesadas y querían que se mantuvieran fuera de las vidas de los individuos.
Los liberales presionaron a la vez para la expasión de los derechos civiles y de los mercados libres así como el libre comercio como parte de la Revolución Industrial.
Tanto en las sociedades sudamericanas como en las de Cen­troamérica, las últimas décadas del siglo XIX se caracterizaron por una oposición marcada de ideas entre conservadores y liberales.
En este período, las naciones europeas -so­bre todo, Inglaterra- hicieron en América lati­na grandes inversiones. La más importante es­tuvo representada por el tendido de la red de ferrocarriles y su puesta en funcionamiento.
También, hubo poderosos capitales que se apropiaron de las explotaciones mineras, en países de grandes reservas, como México, Perú y Chile.
Los países latinoamericanos quedaron sujetos a las decisiones de otras naciones. Y, aunque algunos sectores intentaron prote­ger la economía local y su desarrollo autónomo (con aranceles a la entrada de productos extranjeros, para privilegiar los propios), el liberalismo econó­mico permaneció firme en esta última parte del siglo XIX.
Este panorama económico provocó grandes variaciones en la com­posición de las sociedades. Las clases altas se modernizaron y los te­rratenientes abandonaron la dedicación exclusiva a sus haciendas, para consagrarse también al comercio. Nació así una nueva sociedad burguesa relacionada directamente con los mercados europeos.
Mu­chas de las grandes ciudades actuales consolidaron su poder entre fines del siglo XIX y principios del XX, como resultado de la política liberal.
Los escritores que surgieron durante este período y que se identifi­caron como modernistas fueron también "modernos", en el sentido de haber celebrado este nuevo modo de vida, de haberse percatado de esa transición -de una sociedad colonial a otra liberal- y de intentar, en consecuencia, la búsqueda de la renovación y de la originalidad en las formas de expresión.
El Modernismo compartió con él su carácter revolucionario en su intención de renovar el idioma y en sus protestas por cues­tiones políticas, sociales, religiosas e, incluso, morales.
LA GENERACIÓN DEL 98 EL NUEVO SIGLO
La generación del 98 es el nombre con el que se ha reunido tradicionalmente a un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y las Filipinas en 1898. Todos los autores y grandes poetas englobados en esta generación nacen entre 1864 y 1876.
Formado inicialmente por el llamado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu), entre los integrantes más significativos de este grupo podemos citar a Ángel Ganivet, Miguel de Unamuno, Enrique de Mesa, Ramiro de Maeztu, Azorín, Antonio Machado, los hermanos Pío y Ricardo Baroja, Ramón María del Valle-Inclán y el filólogo Ramón Menéndez Pidal. Algunos incluyen también a Vicente Blasco Ibáñez, que por su estética puede considerarse más bien un escritor del Naturalismo, y también al dramaturgo Jacinto Benavente.
La Generación del 98 y el Modernismo son dos movimientos literarios estrechamente vinculados: la insatisfacción con el estado de la literatura en aquella época y la tendencia a rebelarse contra las estéticas imperantes.
Sin embargo, hay otro factor que difiere a la Generación del 98 “Aspiraba a conmover hasta sus cimientos la conciencia nacional, llegando hasta las mismas raíces de la vida espiritual”, en busca de “la verdad de España”.
La literatura: cada época literaria ha tenido sus modelos; los autores de la Generación del 98 sienten especial debilidad por Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique, Cervantes y Quevedo. Admiran a Larra y a los ilustrados porque ya habían sufrido y analizado estos problemas.
La historia: en ésta es donde buscan estos escritores la esencia de España, los valores de la patria y la raíz de los problemas presentes.
El paisaje: ven en el austero paisaje castellano el reflejo del alma y la esencia que buscan. Recorren la meseta de Castilla describiendo minuciosamente la pobreza de sus pueblos, la sencillez de sus gentes y lo extremado de su clima. Esperan captar, a través de este paisaje, el alma de España.
Los jóvenes poetas e intelectuales españoles frente a la renovación modernista comparten el sentimiento antiburgués, el rechazo a la literatura inmediatamente anterior y la búsqueda de nuevas formas de expresión, pero reaccionan de formas diferentes. Ramón del Valle, Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez y Salvador Rueda se inclinan en sus inicios por un “esteticismo” aparentemente despreocupado de todo compromiso social. Azorín (Francisco Ruiz), Miguel de Unamuno, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu, cultivan una literatura más explícitamente preocupada por los problemas de España. A estos últimos, se les reconoce como los más representativos de la “Generación del 98”, porque asumieron el compromiso de revitalizar el espíritu español, deprimidos por la derrota militar sufrida frente a EE:UU.
Contenidos:
El Modernismo.
La Primera guerra mundial.
Objetivo:
Analizar el contexto sociocultural en que surge el Modernismo, así como sus características y temáticas.

EL MODERNISMO
Con el término Modernismo se designa un movimiento literario fundamentalmente hispano que se inicia a finales del siglo XIX y se prolonga hasta la 1ª década del siglo XX (se considera extinguido hacia 1915). Es un movimiento de renovación estética en el que van a influir dos corrientes poéticas francesas del siglo XIX: el Parnasianismo (defiende el culto a la perfección formal, “el arte por el arte”) y el Simbolismo (caracterizado por la sugerencia y la búsqueda de efectos rítmicos).
El Modernismo nace en Hispanoamérica. Se encuentra la presencia de la nueva estética en la prosa juvenil del cubano José Martí, que puede ser considerado como el precursor. Pero es el nicaragüense Rubén Darío el líder y la figura más representativa del movimiento. En Darío la influencia francesa convive con un profundo conocimiento de la tradición española, desde Berceo hasta Bécquer; su poesía integra influencias que podrían parecer incompatibles pero para él el arte es una “armonía de caprichos”. Su trayectoria representa la de todo el movimiento: existe un primer período de gran plasticidad y sonoridad y de temas refinados y evasivos (su primera obra, Azul (1888) marca también el inicio de esta corriente); luego vendría Prosas Profanas (1896) que supone la culminación de ese Modernismo exuberante y donde introduce temas españoles; su última obra, Cantos de vida y esperanza (1905) lo sitúa en la línea de un Modernismo más intimista y meditativo.
En cuanto al Modernismo en España, Manuel Reina, Salvador Rueda y Ricardo Gil pueden ser considerados como precursores de esta nueva sensibilidad, aunque se suele proponer como fecha de inicio 1902 (2º viaje de Rubén Darío a España). Los modernistas españoles más destacados son Francisco Villaespesa y Manuel Machado. También cultivaron esta tendencia, en sus inicios poéticos, Antonio Machado (Soledades) y Juan Ramón Jiménez (etapa sensitiva: Almas de violeta, Ninfeas, La soledad sonora,…) El Modernismo español se caracterizó por una menor brillantez externa –menos alardes formales- y un mayor predominio del intimismo.
Gutiérrez (xv), explica que el Modernismo suele ser considerado como u n movimiento literario que surgió súbitamente en Iberoamérica y que fue llevado a España por Rubén Darío. Es ya un hábito subrayar que e l Modernismo iniciado por Darío fue un movimiento extraño en el mundo de lengua española, no solamente por su influencia francesa, sino porque no cantó la realidad americana ni se interesó por su s problemas políticos y sociales. Y, al subrayar la influencia francesa que Juan Valera llamó «galicismo mental » de Darío, se lo contrapone a un movimiento español contemporáneo, la famosa Generación del 98, que se caracteriza precisamente por su preocupación de España y por su crítica a la realidad social española. El Modernismo iberoamericano y la literatura española contemporánea son el producto de las transformaciones sociales en el mundo de lengua española.

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Primera Guerra Mundial (1914 – 1919) fue un conflicto bélico global centrado en Europa que comenzó en el verano de 1914. La lucha terminó a finales del año 1918. Este conflicto involucró a todas las grandes potencias del mundo, se reunieron en dos alianzas opuestas: los Aliados (en torno a la Triple Entente) y los Imperios Centrales.
Antecedentes de la Primera Guerra Mundial
Desde el 1871 hasta el 1914 Europa vivió lo que se ha dado en llamar la “Paz Armada”, que fue en extremo beneficiosa para el desarrollo económico, cultural y científico de las naciones industriales europeas. Sin embargo, entre las grandes potencias existía mucho recelo, lo que les inducia a armarse constantemente. De allí el nombre que se le ha dado a este periodo.
Causas de la Primera Guerra Mundial
1. Tensiones entre las potencias: los principales antagonismos internacionales eran los siguientes:
Entre Alemania y Francia por la rivalidad que dejo la Guerra Franco-Prusiana.
Entre Rusia y Austria por la hegemonía en la península de los Balcanes.
Entre Inglaterra y Alemania por la competencia comercial y colonial.
Las fricciones políticas entre Inglaterra, Francia y Rusia, a causa de la respectiva expansión colonial, fueron también intensas, pero fueron dejadas de lado para dar paso a la configuración de alianzas internacionales.
Aparte de las fuertes rivalidades coloniales, las potencias industriales se enfrentaron en el plano netamente económico. Lucharon entre sí por conseguir mercados para sus productos y retenerlos por conquista.
2. Alianzas Militares y Políticas
Para asegurar los resultados de su victoria sobre Francia, el canciller alemán Otto Von Bismarck concibió un sistema de alianzas, basado en la estrecha colaboración entre Alemania y el imperio austriaco. A esta alianza se unió Italia, enemistada con Francia por la cuestión de Túnez, y así apareció la denominada Triple Alianza.
Por su parte, Francia busco aliados que apoyaran sus deseos de desquite. Como Rusia era adversaria de Austria en los Balcanes, se firmó la alianza franco-rusa, a la que luego se unió Inglaterra al darse cuenta del enorme poder que estaba acumulando Alemania. De esta manera nació la Triple Entente o Entente Cordiale.
3. La Crisis Marroquí y los Balcanes (1905 – 1911)
Los dos bloques antagónicos practicaron una política de agresión indirecta; este hecho aumentó las posibilidades de que estallara una guerra. La primera ocurrió con motivo del establecimiento del protectorado francés en Marruecos, a lo que se opuso Alemania. La segunda causa de la guerra que estallo en los Balcanes, primero entre Turquía, de una parte, y Grecia, Bulgaria y Serbia unidas de otra, y luego, derrotada Turquía, entre los vencedores para repartirse el botín (1911 – 1913).
Esta guerra que desencadenó fue total: por primera vez en la historia, inmensas cantidades de hombres se enfrentaron a lo ancho del planeta por tierra, aire y mar. Si bien el centro de la guerra fue Europa, se produjeron conflictos armados en África y Asia. Después de los grandes movimientos de 1914, el frente se estabilizó en el norte de Francia y la guerra de movimiento se convirtió en guerra de posiciones. La economía de los países europeos en guerra se transformaron en economía de guerra, en las que el conjunto de actividades económicas se subordinó a las necesidades militares.
Las consecuencias de la guerra fueron inmensas, pero la más importante fue la pérdida de vidas. Además, el mapa de Europa se rehízo, el imperio Austrohúngaro se fragmentó en cinco países, surge una nueva potencia: Estados Unidos, quien se convierte en el principal suministrador de capitales para la reconstrucción de las economías europeas devastadas.

Bibliografía
Aguilar, R. (2015). Lengua y Literatura. Managua: MINED
Aldana, L. (sf) Enciclopedia temática estudiantil. Colombia: IBALPE.
Matus, L. (2007). Nuestra Lengua. Managua: Matus Lazo Ediciones
Villatoro, M (14-10-2014). ¿Cuánto sabes del «desastre del 98» en España?
Webgrafía
Gutiérrez, R (xv) El Modernismo y su contexto histórico-social. BOLETÍN AEPE Revista virtual Cervantes Nº 28: 91. Recuperado de http://cvc.cervantes.es/Ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/boletin_28_15_83/boletin_28_15_83_14.pdf
Primera Guerra Mundial. (2010). Recuperado de  http://www.historiacultural.com/2010/11/primera-guerra-mundial.html