Contenidos:
Periodo de la Posguerra nacional.
Formación de advenimiento del
liberalismo.
La Generación del 98 El nuevo
Siglo.
Objetivo:
Dominar los diferentes
acontecimientos políticos que sucedieron en Nicaragua y España.
POSGUERRA NACIONAL EN NICARAGUA
El 4 de mayo de
1854 estalló la llamada guerra civil liderada por los leoneses Máximo
Jerez y Francisco Castellón, personas de prestigio en la oposición,
con la ayuda del Gobierno de don José de Trinidad Cabañas de Honduras
quien también resentía que al llamar a Nicaragua «República» en la nueva
Constitución, se daba un tiro mortal al espíritu centro-americanista.
Los liberales
obtuvieron control de Chinandega, León, Managua, Masaya y Rivas y tenían
sitiada a Granada.
León nombra
Director provisorio del Estado a don Francisco Castellón el 11 de junio 1854.
Castellón informó a los Gobiernos de Centro América e Hispano América que su
gobierno «ha sido proclamado por los pueblos y por el Ejército en uso del
derecho de insurrección», pero sólo Honduras le dio su reconocimiento.
Los legitimistas (conservadores) se organizan y contra atacan, el curso de
la guerra comenzó a inclinarse poco a poco a su favor, y cuando sus fuerzas
estaban ya en Managua listas a iniciar el ataque a León, apareció el «cólera
morbo» que vino a diezmar tanto a los ejércitos como a las poblaciones.
El 12 de marzo de 1855, el presidente Chamorro falleció de muerte natural
(dolencia renal) y la Asamblea autorizó al Presidente interino don José María
Estrada, continuar en el ejercicio del cargo.
Castellón contrata a William Walker- Castellón encargó al norteamericano
Byron Cole, que le consiguiera mercenarios de Estados Unidos que vinieran a
luchar en el bando liberal (democrático) contra los conservadores
(legitimistas).
Byron Cole presentó esta oferta mercenaria a William Walker quien no la
aceptó presumiblemente para no violar la ley de neutralidad de Estados Unidos,
pero propuso modificarla convirtiéndola en «concesión de colonización»
presumiblemente también porque esto le facilitaría realizar su sueño de
implantar un Imperio Sureño en el Caribe. El contrato fue firmado por Castellón
el 28 de diciembre de 1854.
La Guerra Nacional de Nicaragua, o Guerra Nacional Centroamericana, ocurrió
entre los años 1856 y 1857. El conflicto fue el resultado de una guerra civil
que involucró a los bandos legitimistas y democráticos en el territorio
nicaragüense desde 1854, que terminó en la toma del poder por parte del
filibustero William Walker. La conflagración provocó la unión de contingentes
militares de las repúblicas centroamericanas que acabaron expulsando a las
tropas filibusteras.
POSGUERRA NACIONAL EN ESPAÑA
La crisis de fin de siglo abarcó en España lo social, lo ideológico, y lo
artístico. Esta crisis es reflejo, por un lado, de los acontecimientos y
problemas de toda Europa. Por otro lado, muestra similitud con la historia
cultural de Hispanoamérica. En cuanto al reflejo de la crisis europea, el
fracaso histórico del 98 España está relacionado con la pugna colonial que
enfrentó a los imperios envejecidos con las jóvenes potencias: Portugal
humillada por Inglaterra (1890); Rusia, por Japón (1905), y España por Estados
Unidos (1898). Igual repercusión tendrán algunos escándalos coloniales como el
sonado caso Dreiffus (1898) en Francia.
Hablando de España, precisamente, una de las más duras crisis para este
país fue el «desastre del 98». Ciertamente el apelativo le viene como anillo al
dedo, pues esta fue una época en la que España tuvo que decir adiós a las
últimas y escasas colonias que todavía le quedaban en las Américas. Con todo, y
aunque es cierto que los territorios fueron defendidos hasta la extenuación por
los soldados españoles, lo cierto es que dicha época fue absolutamente caótica
en todos los sentidos y significó la pérdida de un Imperio que había comenzado
a fraguarse con la llegada de los conquistadores a sudamérica a partir del
SXVI.
Durante el último cuarto del siglo XIX España cae postrada ante el Imperio
Yanki, después de una prolongada guerra independentista, Cuba, Puerto Rico y
Filipinas –las últimas colonias españolas de ultramar- se acogen a la
protección de los EE.UU, cuyo poderoso ejército destrozará a española escuadra en Santiago de Cuba y
Cavite. Esta acción bélica se conoce con el nombre de “Desastre del 98”.
La consecuencia principal de tal desastre será un profundo trauma en la
sociedad española que se manifestará como sentimiento de humillación y
vergüenza, pero al mismo tiempo iniciará un proceso de reformulación
ideológica, o sea despertará la necesidad de revitalizar el espíritu español.
En tanto, en el ámbito espiritual, la crisis tendrá un aspecto positivo: el
inicio de un vigoroso movimiento intelectual y literario.
Un rasgo clave de este periodo será la creciente e inevitable europeización
de la vida social e intelectual. Al igual que Hispanoamérica, España se
incorporará al capitalismo mundial y a la moderna sociedad burguesa en el
momento en que las grandes potencias europeas atraviesan por su segunda
revolución industrial y expanden el mercado y su cultura. Inevitablemente, los
escritores españoles se verán influidos por las mismas corrientes literarias
que los modernistas hispanoamericanos y serán arrastrados por la vigorosa
renovación de las letras castellanas encabezadas por Rubén Darío.
Las
últimas colonias o «territorios de ultramar» que atesoraba España a finales del
S XIX y que perdió eran: Cuba, Puerto Rico, Filipinas, las islas Carolinas,
las islas Marianas, Guam y Palaos. Como puede apreciarse,
por esta época quedaba ya poco de aquel extenso imperio español del que, en su
día, se dijo que «nunca se ponía el sol».
Antes de la guerra contra EE.UU
sucedió una revuelta reseñable en Cuba, donde en 1895, el Partido
Revolucionario Cubano llamó a la revuelta contra los españoles. Esa
fue considerada como la «Tercera guerra de Cuba». «La contienda tenía un fuerte
contenido revolucionario por parte de los insurrectos, en gran medida
campesinos impulsados por el Partido Revolucionario Cubano», afirma José Maroto
Fernández en su manual «Historia de España».
La
contienda tenía un fuerte contenido revolucionario por parte de los
insurrectos, en gran medida campesinos impulsados por el Partido Revolucionario
Cubano», afirma José Maroto Fernández en su manual «Historia de España». El
líder máximo fue José Martí, quien murió al poco de iniciarse las
hostilidades.
Estados
Unidos declaró la guerra a España después de que el acorazado norteamericano «Maine»
(trasportado a la bahía de la Habana para proteger a los residentes
estadounidenses en Cuba) explotara en extrañas circunstancias.
Los
seguidores del «tío Sam» acusaron a España de haberlo hundido mientras que, por
su parte, desde estas tierras afirmamos que todo había sido un montaje para iniciar
las hostilidades contra las colonias hispanas y, a la postre,
conseguir su control.
En
cambio en Filipinas, los norteamericanos se presentaron ante el país como unos
salvadores que iban a librarles del yugo español. No obstante, cuando se
materializó la expulsión de los últimos soldados hispanos del territorio,
Estados Unidos comenzó la toma del territorio por la fuerza,
faltando –por lo tanto- a su palabra. Finalmente, tras varios años de
contienda, EE.UU. logró derrotar y colonizar a Filipinas.
Las unidades españolas se nutrían con
soldados de reemplazo sin apenas formación provenientes de España. La
selección se hacía por el sistema de «cuotas» mediante el cual los
jóvenes llamados a filas (o quintas) podían evitar ser reclutados pagando
una sustanciosa cantidad de dinero en concepto de redención. Este
sistema provocó varias revueltas sociales, pues las clases más humildes –que no
podían costearse pagar esa cantidad- afirmaban que el sistema estaba «amañado»
para que únicamente acudieran al frente los hijos de las familias más pobres.
ADVENIMIENTO DEL LIBERALISMO
El mundo
después de la Revolución Francesa dio a los liberales una oportunidad para
reformar las estructuras básicas de la sociedad en el siglo XIX.
Lentamente pero
a paso seguro, las ideas democráticas se extendieron. El poder parlamentario en
Gran Bretaña creció, Francia estableció una república duradera en la década de
1870 y una guerra en Estados Unidos aseguró la supervivencia de esa nación y
señaló el fin de la esclavitud.
Mientras tanto,
una extraña variedad de sentimientos liberales y nacionalistas aparecieron en
Italia y Alemania. Tales países se convirtieron en naciones a finales del siglo
XIX.
La agitación
liberal en América Latina alcanzó su punto álgido cuando la región fue
gradualmente integrada en los patrones políticos y sociales comunes del mundo
moderno.
En la década de 1880, América latina experimentó cambios fundamentales en
su vida política, social y cultural. Si bien, de los países de raíz hispana
sólo Puerto Rico y Cuba seguían bajo la hegemonía de España, los demás, ya
liberados de los viejos lazos, atravesaban procesos que modificaron
notablemente su fisonomía.
Los liberales después de la Revolución quisieron desarrollar un mundo libre
de la intervención gubernamental, o al menos libre de demasiada intervención
gubernamental.
Apoyaron el ideal de libertad negativa, el cual consiste en la ausencia de
coerción y la ausencia de coacción externas. Creían que los gobiernos eran cargas
pesadas y querían que se mantuvieran fuera de las vidas de los individuos.
Los liberales presionaron a la vez para la expasión de los derechos civiles
y de los mercados libres así como el libre comercio como parte de la Revolución
Industrial.
Tanto en las sociedades sudamericanas como en las de Centroamérica, las
últimas décadas del siglo XIX se caracterizaron por una oposición marcada de
ideas entre conservadores y liberales.
En este período, las naciones europeas -sobre todo, Inglaterra- hicieron en América
latina grandes inversiones. La más importante estuvo representada por el
tendido de la red de ferrocarriles y su puesta en funcionamiento.
También, hubo poderosos capitales que se apropiaron de las explotaciones
mineras, en países de grandes reservas, como México, Perú y Chile.
Los países latinoamericanos quedaron sujetos a las decisiones de otras
naciones. Y, aunque algunos sectores intentaron proteger la economía local y
su desarrollo autónomo (con aranceles a la entrada de productos extranjeros,
para privilegiar los propios), el liberalismo económico permaneció firme en
esta última parte del siglo XIX.
Este panorama económico provocó grandes variaciones en la composición de
las sociedades. Las clases altas se modernizaron y los terratenientes
abandonaron la dedicación exclusiva a sus haciendas, para consagrarse también
al comercio. Nació así una nueva sociedad burguesa relacionada directamente con
los mercados europeos.
Muchas de las grandes ciudades actuales consolidaron su poder entre fines
del siglo XIX y principios del XX, como resultado de la política liberal.
Los escritores que surgieron durante este período y que se identificaron
como modernistas fueron también "modernos", en el sentido de haber
celebrado este nuevo modo de vida, de haberse percatado de esa transición -de
una sociedad colonial a otra liberal- y de intentar, en consecuencia, la
búsqueda de la renovación y de la originalidad en las formas de expresión.
El Modernismo compartió con él su carácter revolucionario en su intención
de renovar el idioma y en sus protestas por cuestiones políticas, sociales,
religiosas e, incluso, morales.
LA GENERACIÓN DEL 98 EL NUEVO SIGLO
La generación
del 98 es el nombre con el que se ha reunido tradicionalmente a un grupo de
escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados
por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota
militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto
Rico, Guam, Cuba y las Filipinas en 1898. Todos los autores y grandes poetas
englobados en esta generación nacen entre 1864 y 1876.
Formado
inicialmente por el llamado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu), entre
los integrantes más significativos de este grupo podemos citar a Ángel Ganivet,
Miguel de Unamuno, Enrique de Mesa, Ramiro de Maeztu, Azorín, Antonio Machado,
los hermanos Pío y Ricardo Baroja, Ramón María del Valle-Inclán y el filólogo
Ramón Menéndez Pidal. Algunos incluyen también a Vicente Blasco Ibáñez, que por
su estética puede considerarse más bien un escritor del Naturalismo, y también
al dramaturgo Jacinto Benavente.
La Generación del 98 y el Modernismo son dos movimientos literarios
estrechamente vinculados: la insatisfacción con el estado de la literatura en
aquella época y la tendencia a rebelarse contra las estéticas imperantes.
Sin embargo, hay otro factor que difiere a la Generación del 98 “Aspiraba a
conmover hasta sus cimientos la conciencia nacional, llegando hasta las mismas
raíces de la vida espiritual”, en busca de “la verdad de España”.
La literatura: cada época literaria ha tenido sus modelos; los autores
de la Generación del 98 sienten especial debilidad por Gonzalo de Berceo, Jorge
Manrique, Cervantes y Quevedo. Admiran a Larra y a los ilustrados porque ya
habían sufrido y analizado estos problemas.
La historia: en ésta es donde buscan estos escritores la esencia
de España, los valores de la patria y la raíz de los problemas presentes.
El paisaje: ven en el austero paisaje castellano el reflejo
del alma y la esencia que buscan. Recorren la meseta de Castilla describiendo
minuciosamente la pobreza de sus pueblos, la sencillez de sus gentes y lo
extremado de su clima. Esperan captar, a través de este paisaje, el alma de
España.
Los jóvenes poetas e intelectuales españoles frente a la renovación
modernista comparten el sentimiento antiburgués, el rechazo a la literatura
inmediatamente anterior y la búsqueda de nuevas formas de expresión, pero
reaccionan de formas diferentes. Ramón del Valle, Antonio y Manuel Machado,
Juan Ramón Jiménez y Salvador Rueda se inclinan en sus inicios por un
“esteticismo” aparentemente despreocupado de todo compromiso social. Azorín
(Francisco Ruiz), Miguel de Unamuno, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu, cultivan
una literatura más explícitamente preocupada por los problemas de España. A
estos últimos, se les reconoce como los más representativos de la “Generación
del 98”, porque asumieron el compromiso de revitalizar el espíritu español,
deprimidos por la derrota militar sufrida frente a EE:UU.
Contenidos:
El Modernismo.
La Primera guerra mundial.
Objetivo:
Analizar el contexto
sociocultural en que surge el Modernismo, así como sus características y
temáticas.
EL MODERNISMO
Con el término Modernismo se designa un movimiento literario
fundamentalmente hispano que se inicia a finales del siglo XIX y se prolonga
hasta la 1ª década del siglo XX (se considera extinguido hacia 1915). Es un
movimiento de renovación estética en el que van a influir dos corrientes
poéticas francesas del siglo XIX: el Parnasianismo (defiende el culto a la
perfección formal, “el arte por el arte”) y el Simbolismo (caracterizado por la
sugerencia y la búsqueda de efectos rítmicos).
El Modernismo nace en Hispanoamérica. Se encuentra la presencia de la nueva
estética en la prosa juvenil del cubano José Martí, que puede ser considerado
como el precursor. Pero es el nicaragüense Rubén Darío el líder y la figura más
representativa del movimiento. En Darío la influencia francesa convive con un
profundo conocimiento de la tradición española, desde Berceo hasta Bécquer; su
poesía integra influencias que podrían parecer incompatibles pero para él el
arte es una “armonía de caprichos”. Su trayectoria representa la de todo el
movimiento: existe un primer período de gran plasticidad y sonoridad y de temas
refinados y evasivos (su primera obra, Azul (1888) marca también el inicio de
esta corriente); luego vendría Prosas Profanas (1896) que supone la culminación
de ese Modernismo exuberante y donde introduce temas españoles; su última obra,
Cantos de vida y esperanza (1905) lo sitúa en la línea de un Modernismo más
intimista y meditativo.
En cuanto al Modernismo en España, Manuel Reina, Salvador Rueda y Ricardo
Gil pueden ser considerados como precursores de esta nueva sensibilidad, aunque
se suele proponer como fecha de inicio 1902 (2º viaje de Rubén Darío a España).
Los modernistas españoles más destacados son Francisco Villaespesa y Manuel
Machado. También cultivaron esta tendencia, en sus inicios poéticos, Antonio
Machado (Soledades) y Juan Ramón Jiménez (etapa sensitiva: Almas de violeta,
Ninfeas, La soledad sonora,…) El Modernismo español se caracterizó por una
menor brillantez externa –menos alardes formales- y un mayor predominio del
intimismo.
Gutiérrez (xv), explica que el Modernismo suele ser
considerado como u n movimiento literario que surgió súbitamente en
Iberoamérica y que fue llevado a España por Rubén Darío. Es ya un hábito
subrayar que el Modernismo iniciado por Darío fue un movimiento extraño en el
mundo de lengua española, no solamente por su influencia francesa, sino porque
no cantó la realidad americana ni se interesó por sus problemas políticos y
sociales. Y, al subrayar la influencia francesa que Juan Valera llamó
«galicismo mental » de Darío, se lo contrapone a un movimiento español
contemporáneo, la famosa Generación del 98, que se caracteriza precisamente por
su preocupación de España y por su crítica a la realidad social española. El
Modernismo iberoamericano y la literatura española contemporánea son el
producto de las transformaciones sociales en el mundo de lengua española.
LA PRIMERA
GUERRA MUNDIAL
Primera Guerra Mundial (1914 – 1919)
fue un conflicto bélico global centrado en Europa que comenzó en el verano de
1914. La lucha terminó a finales del año 1918. Este conflicto involucró a todas
las grandes potencias del mundo, se reunieron en dos alianzas opuestas: los
Aliados (en torno a la Triple Entente) y los Imperios Centrales.
Antecedentes
de la Primera Guerra Mundial
Desde el 1871 hasta el 1914 Europa
vivió lo que se ha dado en llamar la “Paz Armada”, que fue en extremo
beneficiosa para el desarrollo económico, cultural y científico de las naciones
industriales europeas. Sin embargo, entre las grandes potencias existía mucho
recelo, lo que les inducia a armarse constantemente. De allí el nombre que se
le ha dado a este periodo.
Causas de la
Primera Guerra Mundial
1. Tensiones entre las potencias:
los principales antagonismos internacionales eran los siguientes:
Entre Alemania y Francia por la
rivalidad que dejo la Guerra Franco-Prusiana.
Entre Rusia y Austria por la
hegemonía en la península de los Balcanes.
Entre Inglaterra y Alemania por la
competencia comercial y colonial.
Las fricciones políticas entre
Inglaterra, Francia y Rusia, a causa de la respectiva expansión colonial,
fueron también intensas, pero fueron dejadas de lado para dar paso a la
configuración de alianzas internacionales.
Aparte de las fuertes rivalidades
coloniales, las potencias industriales se enfrentaron en el plano netamente
económico. Lucharon entre sí por conseguir mercados para sus productos y
retenerlos por conquista.
2. Alianzas Militares y Políticas
Para asegurar los resultados de su victoria sobre Francia, el canciller
alemán Otto Von Bismarck concibió un sistema de alianzas, basado en la estrecha
colaboración entre Alemania y el imperio austriaco. A esta alianza se unió
Italia, enemistada con Francia por la cuestión de Túnez, y así apareció la
denominada Triple Alianza.
Por su parte, Francia busco aliados que apoyaran sus deseos de desquite.
Como Rusia era adversaria de Austria en los Balcanes, se firmó la alianza
franco-rusa, a la que luego se unió Inglaterra al darse cuenta del enorme poder
que estaba acumulando Alemania. De esta manera nació la Triple Entente o
Entente Cordiale.
3. La Crisis Marroquí y los Balcanes (1905 – 1911)
Los dos bloques antagónicos practicaron una política de agresión indirecta;
este hecho aumentó las posibilidades de que estallara una guerra. La primera
ocurrió con motivo del establecimiento del protectorado francés en Marruecos, a
lo que se opuso Alemania. La segunda causa de la guerra que estallo en los
Balcanes, primero entre Turquía, de una parte, y Grecia, Bulgaria y Serbia
unidas de otra, y luego, derrotada Turquía, entre los vencedores para
repartirse el botín (1911 – 1913).
Esta guerra que desencadenó fue total: por primera vez en la historia,
inmensas cantidades de hombres se enfrentaron a lo ancho del planeta por
tierra, aire y mar. Si bien el centro de la guerra fue Europa, se produjeron
conflictos armados en África y Asia. Después de los grandes movimientos de 1914,
el frente se estabilizó en el norte de Francia y la guerra de movimiento se
convirtió en guerra de posiciones. La economía de los países europeos en guerra
se transformaron en economía de guerra, en las que el conjunto de actividades
económicas se subordinó a las necesidades militares.
Las consecuencias de la guerra fueron inmensas, pero la más importante fue
la pérdida de vidas. Además, el mapa de Europa se rehízo, el imperio
Austrohúngaro se fragmentó en cinco países, surge una nueva potencia: Estados
Unidos, quien se convierte en el principal suministrador de capitales para la
reconstrucción de las economías europeas devastadas.
Bibliografía
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Aldana, L. (sf)
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EL Modernismo. Recuperado de http://www.edu.xunta.gal/centros/iesastelleiras/?q=system/files/EL+MODERNISMO.pdf
Gutiérrez, R (xv) El
Modernismo y su contexto histórico-social.
BOLETÍN AEPE Revista virtual Cervantes Nº 28: 91. Recuperado de http://cvc.cervantes.es/Ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/boletin_28_15_83/boletin_28_15_83_14.pdf
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Villatoro, M
(14-10-2014). ¿Cuánto sabes del «desastre del 98» en España? Recuperado de http://www.abc.es/vuelta-al-cole/20141014/abci-vuelta-cole-desastre98-espana-201410131640.html